Lollipop Burguer 1

Hace tiempo que no nos embarcábamos en un gran proyecto narrativo, entonces surgió la bombilla ya que xente, uno de nuestros integrantes llevaba tiempo queriendo escribir algo de zombies. La maquina de los sueños se puso a trabajar y hoy iniciamos lo que promete ser una gran novela, donde todos los integrantes del salón participarán, que espero sea del agrado de nuestros lectores. Nunca hemos abarcado un proyecto tan grande como este que tenemos entre manos y que hoy se estrena. Lo comprendereis conforme vayan saliendo nuevos números. Muchas gracias y Feliz Halloween.

 

Teresa, 18 años
Gogó
31 de octubre de 2010
Primer día de la infección

—Vaya asco de fiesta de Halloween del instituto, ¡de canapés han puesto comida del Lollipop Burger, Roberto!

—Cariño, el comedor compró muchas hamburguesas la pasada semana, de alguna manera debían deshacerse de ellas.

—¿Y el ponche, qué me dices de eso? Está aguado.

—Así sale más barato, mi amor. ¿Qué sería de una fiesta de instituto sin el ponche aguado y comida de poca calidad? Además, estás estupenda disfrazada de princesa sexy.

—Roberto, voy de princesa-zombi, estamos en Halloween, parece mentira que no entiendas que hay que ir de algún monstruo.

—Oye, que yo voy de Béla Lugosi.

—Vas con un traje de chaqueta gordo, ¿qué clase de monstruo es ese?

—Si quieres voy al baño y me visto de George A. Romero.

Al ver mi cara de incomprensión y malhumor tuvo que ceder.

—Está bien, cariño, iré al baño, cogeré papel higiénico y me disfrazaré de hombre invisible, ¿te parece?

—Ese es mi cari —le dije para tenerlo contento, y como siempre, cedió ante mi voluntad de princesita, en este caso zombi.

—Cariño, antes de irme al baño, ¿me puedes decir en qué se diferencia el traje de princesa zombi del traje de princesa?

—Roberto, ¿en el traje de princesa normal llevo las uñas pintadas de negro o la sombra de ojos oscura?

—No, cierto, amor. Voy al baño.

Sinceramente, creo que mi novio me da por imposible, pero eso es porque me adora. Aprendió a aguantarme hace un año, cuando nos conocimos en aquella discoteca. Yo era gogó y estaba en mi descanso, sentada en la barra, y él se acercó a pedir un vaso de agua. Recuerdo que una especie de calentura me recorrió desde mis ingles sudorosas por el baile hacia mis pechos turgentes. Fue un flechazo.

Ahora al recordarlo, algo parecido me empezó a ocurrir, así que fui dejando atrás la pista de baile de aquella fiesta de Halloween llena de adolescentes salidos, me dirigí hacia el baño donde mi novio se cambiaba, y antes de que se volviera invisible le enseñé lo que una princesa-zombi es capaz de hacer.

Una hora después pude salir de aquella fiesta tranquila y habiendo comido algo que no fueran hamburguesas recalentadas de la “semana fantástica” del Lollipop Burger. Llevaba una semana comiendo eso en casa, ya que a nuestra chacha le había dado por comprar esa carne en vez de cocinar. Papá me prohibió comerla y mamá lo secundó como siempre, pero como nunca están en casa, pueden decir misa. Fuera, en los aparcamientos, vi como ya va siendo habitual ambulancias del hospital que recogían a los que se habían intoxicado con alcohol y con hamburguesas, ya que los vómitos que podía ver por el suelo aún llevaban restos de carne sin digerir. Qué asco.

Abrí el Jaguar de papá y crucé las vallas de aquel gran edificio que era el instituto. Odiaba esa gran cancela, esa cárcel donde había vivido toda mi niñez con sus grandes jardines y su gran edifico siniestro como un castillo embrujado, menos mal que lo dejé con 16 años. Ya había tenido suficiente fiesta por hoy. Era la una de la madrugada y había cumplido con mi novio, así que para casita, él se quedaría estudiando un rato. Le aburren las fiestas si no va conmigo, está claro que la activa de la relación soy yo, él simplemente es el que se bebe los libros.

Me fastidiaba enormemente tener que conducir despacio, pero siendo las horas que eran y teniendo en cuenta la fecha, las calles estaban plagadas de monstruos pidiendo aún caramelos por los vecindarios y cafres lanzando huevos y papel higiénico a las casas de sus seres menos queridos. Debería haber aceptado el trabajo de hoy en la discoteca en vez de negarme por ir a la fiesta del instituto con mi gordo. Soy tonta.

Tardé casi tres cuartos de hora en llegar a casa, es curioso la de trajes de Bob Esponja zombi que había este año por las calles. Ascendí hasta el rancho de papá y abrí la verja automática. Dejé el coche en el garaje como a papá le gusta, que es aparcado de culo, junto a su Mercedes y su Porsche. Para que vea que soy una nena buena. Seguidamente fui al establo a ver a Cosita, mi pony. Parecía bastante inquieto esta noche así que me senté con él y me puse a cepillarlo hasta que pareció calmarse, aparte de tener una erección de caballo y nunca mejor dicho.

—Algún día, Cosita, te traeremos una hembra para que calmes a tu cosota. Déjame hablar con papá y ya verás como sales ganando. Si es que te quiero demasiado —dije dándole un beso en la crin.

Hace ya mucho que no doy clases de hípica, papá me apuntó cuando pequeña, dice que los caballos deben ser montados por gente con clase, como yo. Creo que ahí perdí el himen de tanto trotar, pero sirvió para las cacerías que organiza papá con los amigos de la empresa, aparte de para futuras relaciones sexuales, claro. Mi papi es su propio jefe, pero es el mejor jefe del mundo, estoy segura. Dirige su propia empresa de… de cosas importantes. Dejando a Cosita con la luz encendida para que no tuviera miedo me dirigí por el amplio jardín trasero hasta la casa. Parecía que había bastante ajetreo dentro.

Al entrar me encontré a papá y a mamá haciendo las maletas.

—¿Adónde vamos?

—Al yate, cariño, nos vamos de excursión —dijo papá.

—¿Esta noche, papi? ¿No podríamos esperar al próximo finde?, me gustaría que se viniera Roberto.

—Lo recogeremos ahora mismo, cielo —dijo mamá mirándome felizmente.

—¿Y a qué se debe tanta prisa? Ya sé, otra vez te persiguen los del banco, ¿no es eso?

—Sí, hija, otra vez, y no quiero tener que rendirle cuentas a nadie, a no ser que quieras perder la casa, los coches y tu pony.

—No, papá, mi pony no.

—Pues entonces debemos irnos, pequeña.

—Pero mamá, la última vez que nos fuimos estuvimos un mes en el barco incomunicados. Necesito llevarme ropa, voy a la ducha.

—De eso nada, te vas con el traje que llevas, la ropa la acabo de guardar en tu maleta y en el barco hay más ropa, ¿no, papi?

—Claro que sí, mami, siempre dejo el barco a punto para cuando pasan estas cosas.

El teléfono de mi padre sonó con la melodía de un cortometraje que le gustaba mucho. Creo que se llamaba Hermes… Papá salió de la sala y me quedé con mamá.

—Mamá, estoy un poco cansada de estas escapadas, a mí me gusta este lugar.

—Ya lo sé, cariño. Pero esta vez es muy importante que nos vayamos hasta que todo haya pasado.

—Está bien, mamá, pero yo conduciré.

—No sé si tu padre querrá.

—Era de la empresa, debemos irnos cuanto antes —dijo mi padre colgando el móvil.

—¿Qué pasará con Cosita, papi?

—Estará cuidado hasta nuestra vuelta, Teresa. ¿Listas?

—Conduzco yo, papá.

—Teresa, hoy debería conducir…

—Pues me quedo aquí.

—Está bien, pero el Mercedes.

Dicho esto nos dirigimos al garaje. Mis padres parecían nerviosos, miraban hacia todos lados y se crispaban con facilidad. Como si hubiera un francotirador en cada esquina esperando para matarlos. Qué dura es la vida de un empresario como papi. Hay veces que me gustaría ser pobre como el resto, pero luego recuerdo a Cosita y el jacuzzi de casa y se me pasa completamente.

Encendí el GPS del coche para que calculara una ruta hacia el puerto que pasara por el instituto para recoger a Roberto. Es que nunca consigo quedarme con los caminos, realmente retengo pocas cosas, pero así se vive más feliz que sabiendo tanto. Mira a Roberto, siempre con sus estudios y preocupado.

Después de pasar por la zona urbanizada nos metimos por un desvío que era mucho más tranquilo y aceleré en consecuencia. Todo estaba muy oscuro, pero confiaba en mi manejo del volante. Encendí la radio y aparte de las canciones típicas de estas fechas poco más había que escuchar.

—Pon las noticias —ordenó papá.

Busqué la emisora local y pudimos escuchar a un señor con voz grave y calmada.

—“…las secuelas de la semana fantástica del Lollipop Burger, ahora cerrado por sanidad, se hacen perceptibles. El hospital del pueblo se encuentra a pleno funcionamiento ahora con un alto cupo de pacientes intoxicados y otros tantos etilizados por culpa de las fiestas. Urgencias hoy tiene una noche dura de trabajo y los dos dispositivos de emergencias con sus ambulancias están recorriendo la localidad para acudir a los avisos. Quizá estemos ante un problema de salud pública. Por otro lado, la visita del aclamado político…”.

Entonces mamá gritó, papá accionó el freno de mano del coche y yo comprendí por qué tenían tanto miedo. Di un volantazo rápidamente ya que en medio de la carretera había un grupo de cinco personas, cinco figuras que no parecían pertenecer al mundo de los vivos. Cinco cadáveres andando en dirección al pueblo.

Continuará…

PD.

Para los fans de he sido abducido, ya solo quedan tres números para que finalice ^^

3 comentarios en “Lollipop Burguer 1

  1. Xente

    Me gusta como comienza. A ver si en estos días comienzo a escribir yo también mis partes… de la historia, no mis partes anátomicas…

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  2. TERESA

    jajaja me ha encantado!! dani eres un mostro!!!
    (x cierto yo la entiendo a ella, q no es lo mismo una princesa q una princesa zombie….nada q ver!!)

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